James Knox Polk era
el nombre del presidente estadounidense que declaró la guerra a México en 1846,
en México el presidente era Mariano Paredes y Arrillaga. La guerra duró dos
años, suman siete los presidentes que ocuparon la silla durante ese tiempo, algunos
fueron reelectos, por lo que la silla presidencial cambió diez veces de dueño.
Volviendo un poco
atrás, entre 1844 y 1845, el presidente fue José Joaquín de Herrera y Ricardos,
a éste señor le tocó ver cómo Estados Unidos con su política expansionista se
anexionaba Texas por lo que se dio a la tarea de organizar al ejército mexicano
para la guerra que sin duda se avecinaba. Por su parte, el señor Paredes a
cargo de la mejor división del ejército mexicano, 6000 hombres, fue encomendado
por Herrera para defender la nación; Paredes en lugar de enviarla a combatir al
enemigo, la utilizó para derrocar al presidente Herrera e instalarse en la
silla. Se declara oficialmente la guerra cuando este último era el presidente.
Después llegó Nicolas
Bravo, luego José Mariano Salas quien incluso cambió la Constitución, después
llega de nuevo Santa Anna, pero como andaba ocupado combatiendo yanquis fue
Valentín Gómez Farías quien se coloca como presidente, éste quiso financiar la
guerra con dinero de la Iglesia y «le salió en tiro por la culata», Santa Anna
lo apresó y ocupó la presidencia, ya no ganaba una sola batalla contra los
vecinos del norte. Llegó después Pedro María Anaya y deja la silla para irse a
combatir al enemigo, de nuevo Santa Anna pero renuncia cuando el ejército
contrario llega a la Ciudad de México; después Manuel de la Peña y Peña quien
inicia las negociaciones de paz, después llega de nuevo Pedro María Anaya y por
último, por segunda ocasión, Manuel de la Peña y Peña a quien le toca firmar el
«Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre la República
Mexicana y los Estados Unidos de América», mejor conocido como «Tratado
Guadalupe Hidalgo».
Como se podrá notar, México
atravesaba una peliaguda época en que no nos entendíamos ni local ni internacionalmente.
Ubi panis ibi patria, donde está el pan allí está mi
patria. Esa misma frase la han cambiado nuestros vecinos del norte por aquella
que reza Ubi petroleum ibi patria.
Texas, Texaco, la capital petrolera del mundo.
Tratemos de entender
un poco la forma de pensar anglosajona con un tema algo lejano: Gibraltar,
situada allí tan cerca de España y tan lejos de Inglaterra. Gibraltar fue
habitada por humanos prehistóricos durante miles de años, después por los
propios españoles aunque aún no se llamaran así, después por los romanos en su
conquista imperial, llegan godos y visigodos, los árabes durante algunos siglos
y después por ¡ingleses! Y no se iban de allí porque, pues, porque… por el afán
de fastidiar. Saben bien los abogados aquél lema de «si tienes la razón,
aclara, si no la tienes, confunde», Inglaterra argumentaba que Gibraltar
históricamente nunca había pertenecido a España, ¡qué reclama!
Inglaterra y España
han estado en conflicto por muchos siglos, por formas de pensar totalmente distintas,
si rascas un poco en el tema verás como brota el asunto teológico.
Gibraltar suena a
otra historia similar, pero ahora con los hijos de esas naciones: México y
Estados Unidos en el caso Texas.
¿Has ido a Six Flags? Esas
seis banderas son las que han ondeado en Texas, cuéntalas: Durante miles de años
la habitaron allí los individuos prehistóricos, después por aquellos que
nosotros mismos consideremos como los malos de esta película: los españoles, luego
los franceses, luego se van los españoles y dicen unos tales mexicanos que es
de ellos Texas, después esos texanos se declaran independientes y como sexta
bandera y como definitiva está la de las barras y estrellas.
Texas, un conflicto
teológico y político de muchos siglos atrás, incluso desde antes de que
arribaran a estas americanas tierras nuestras respectivas Madres Patrias. Un
conflicto que va mucho, pero mucho más allá de culpar a Santa Anna por vender los
territorios. Demasiado corta se me hizo esta cuartilla para tratar de explicar
un asunto tan extenso y lleno de aristas.
Al fin de la guerra
México - Estados Unidos, un día como hoy, 2 de febrero pero de 1848 se firmó el
«Tratado Guadalupe Hidalgo» en el que oficialmente México pierde prácticamente
la mitad de su territorio para cederlo al vecino del norte. A pesar de ser
Estados laicos, el tratado inicia en inglés, faltaba más, diciendo: In the name
of Almigthy God. Es decir, no fue cosa de hombres, sino porque así lo quiso
Dios Todopoderoso
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