Los territorios de la
Corona Española inmediatamente después del descubrimiento de América, crecieron
de forma descomunal. Era imposible centralizar el gobierno del Rey para todos
estos nuevos territorios, difícil también que se atendieran asuntos de forma
inmediata. Así fue como surgió la idea de instaurar un Virrey. Hubo cuatro
grandes Virreinatos, a saber: Virreinato del Perú, Virreinato de Nueva Granada,
Virreinato del Río de la Plata y el Virreinato de la Nueva España; este último
abarcaba los territorios de América del Norte hasta Costa Rica e incluía
también a las islas Filipinas.
Establecido en 1535,
el Virreinato de la Nueva España tuvo una duración de 286 años, terminó en 1821
con la independencia de México. 63 fueron los virreyes que gobernaron durante
ese tiempo, de los cuales sabemos poco o nada de la gran mayoría, por no decir
de todos.
El Virrey número 35
de la lista llevó por nombre Fernando de Alencastre Noroña y Silva. Nació
probablemente en 1641 en España, fue un hombre muy poderoso, inteligente y con
calidad humana. Fue Duque de Linares, Marqués de Valdefuentes, Porta Alegre y
Govea, también fue Comendador Mayor de la Orden de Santiago en Portugal y
Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, Teniente General de sus Ejércitos,
fue Gobernador de la Toscana y además de ser Virrey de la Nueva España, también
lo fue del Perú.
A los gobernantes se
les reconoce por las obras que dejan para la posteridad para el beneficio del
pueblo. El Duque de Linares comenzó su mandato en la Nueva España reconstruyendo
el Palacio Municipal. En el mismo año en que inició su mandato, en la Ciudad de
México cayó una nevada y también ocurrió un sismo; la nevada provocó hambruna y
enfermedades ya que destruyó gran parte de los cultivos. El Virrey Alencastre,
al igual que el arzobispo José Lanziego, ofrecieron dinero de sus propias
cuentas para ayudar a las víctimas y a la reconstrucción de la ciudad. Además dictó
medidas para que se abastecieran los campesinos de semillas a bajo costo. Este
gesto sin duda lo destaca como amante de sus semejantes.
También prohibió la
producción de aguardiente a pesar de que esta medida afectaría los ingresos que
el gobierno recibía. La medida fue tomada ya que muchos de los indígenas
sufrían de alcoholismo.
Hizo lo que estuvo a
su alcance para disminuir las inmoralidades que el clero cometía. También
combatió la delincuencia, el contrabando de esclavos introducidos por los
ingleses, combatió el saqueo de maderas preciosas que también cometían los
ingleses, instituyó el Tribunal y la cárcel de La Acordada (tema interesante
para quien guste leer al respecto, hay mucha información en internet).
Los piratas, tan aplaudidos
en Hollywood, no eran sino viles ladrones amparados por la Corona Inglesa para
afectar a los intereses de la Corona Española. Alencaster ordenó la contrucción
de cuatro barcos para fortalecer la flota encargada de combatir a los piratas.
Se destaca en su
mandato la fundación de la ciudad de San Felipe de Linares (hoy simplemente Linares)
en Monterrey, las expediciones de colonización de Texas y el establecimiento de
Misiones en California y Nuevo México; importante fue la construcción del
acueducto de los Arcos de Belén en la ciudad de México; importantísimo también
durante su mandato fue la fundación de la primera biblioteca pública de México
y la fundación del Museo de Plantas y Animales.
Renunció a su mandato
debido a enfermedades que lo aquejaban y murió en 1717, siendo sepultado en la
Iglesia de San Sebastián en la Ciudad de México.
Aunque algunas fuentes indican que fue el 13 de
noviembre de 1710, otras fuentes mencionan que fue un día como hoy, 15 de
enero, pero de 1711 cuando Fernando de Alencastre Noroña y Silva asumió el
cargo de Virrey de la Nueva España.
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