El día de ayer
platicamos sobre el asunto de Juárez y Zuloaga. Hoy retomaremos este tema.
Regresamos a la época
de Santa Anna, el bello durmiente (ya les platicaré algún día el porqué). Año
de 1854, se pronuncia el llamado Plan de Ayutla promovido principalmente por
Ignacio Comonfort y secundado por hombres como Benito Juárez y Melchor Ocampo.
Se contemplaba en ese plan el destituir a Santa Anna sobre todo por haber
vendido los territorios conocidos como La Mesilla (sur de Arizona y Nuevo
México); también contemplaban nombrar un presidente del bando de los liberales
y la redacción de una nueva constitución política. Inició otra de las muchas
batallas interinas en México del siglo XIX: la Revolución de Ayutla.
Comonfort encabeza al
«Ejército Restaurador de la Libertad», Santa Anna al mando de las tropas
conservadoras. La lucha comenzó en el estado de Guerrero, fue dispareja el
inicio: quinientos hombres contra seis mil de Santa Anna, sin embargo
resistieron los primeros embates, poco después se fueron sumando más personas a
la lucha: Michoacán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Jalisco, México y Guanajuato.
La gente estaba descontenta por las condiciones de miseria y por los nuevos
impuestos decretados por Santa Anna para poder sostener la guerra. Santana
impuso un terrorismo de Estado: dispuso que toda población que brindara apoyo a
la insurgencia sería saqueado e incendiado.
Juárez, exiliado en
Estados Unidos, llegó a Acapulco para apoyar a los liberales. El gobierno de
Santa Anna había agotado sus recursos, no pudo poner fin a la Revolución de
Ayutla. Santa Anna abandonó México.
Sin duda el siglo XIX
fue una época difícil para México. Una vez que Santa Anna se fue del país, los
conservadores nombraron a Martín Carrera como presidente interino, solo duró 28
días en el cargo. Los liberales nombraron a Juan Álvarez como presidente,
renunció al cargo dos meses después. Quien asumió después la presidencia fue
Comonfort y su séquito de liberales: Juárez, Ocampo, Lerdo de Tejada y
Guillermo Prieto, quienes convocaron a un congreso para trabajar en la nueva
constitución.
En dicha constitución
de 1855 hubo cambios importantísimos para la época, sobre todo la supresión de
los privilegios de la Iglesia y del ejército (hasta esta fecha, prácticamente
todos los gobernantes de México habían sido militares, esta ocasión casi todos
eran civiles).
Era de suponerse que
la Iglesia Católica, encabezada por el papa Pío IX se pronunciara en contra de
la nueva constitución y excomulgó a quienes juraran la constitución.
Esta constitución
contenía ideas modernas basadas en las europeas, sin embargo la población
mexicana era muy católica, por lo tanto no veía con buenos ojos al gobierno
liberal.
Después de este
acontecimiento vino otro de los tantos planes: el Plan de Tacubaya en el cual
participó el general Félix María Zuloaga y el mismo presidente Comonfort, quien
consultó con varios personajes la viabilidad de seguir gobernando con esa
constitución. Inició una nueva revolución: Considerando
que la mayoría del pueblo no quedó satisfecha con la Constitución; que el país
debe regirse por leyes acordes con sus usos y costumbres; a partir de esta
fecha cesa de regir la Constitución; el presidente Comonfort conserva tal
carácter, pero con atribuciones omnímodas; a los tres meses el propio
Presidente convocará a un Congreso constituyente para que elabore un nuevo
código que será sometido a la aprobación de todos los habitantes de la
República.
Benito Juárez fue
hecho preso. Pronto Comonfort y Zuloaga tuvieron serias discusiones y diferencias,
por lo cual Zuloaga se levantó en armas contra Comonfort, este último liberó a
Juárez en cuanto supo del levantamiento.
Al triunfo del Plan
de Tacubaya el presidente Comonfort fue destituido y un día como hoy, 22 de
enero, pero de 1858, el general Félix Zuloaga es nombrado presidente interino
de la República. Fue este acontecimiento la causa para iniciar la Guerra de
Reforma que dejaría en la bancarrota al país.
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