México, como nación
independiente, ha sido acosado varias veces por extranjeros. Incluso años
después de la consumación de la independencia, los españoles seguían intentando
recuperar los territorios de la «vieja Nueva España». Como bien sabemos, México
declaró su independencia de España en 1821, sin embargo, desde ese mismo año y
hasta 1829 hubo muchos intentos fallucos por parte de los españoles. Hasta 1836
España reconoció oficialmente la independencia.
Dos años después, en
1838, tuvimos la primera visita de los franceses, conocida como «Guerra de los
Pasteles»; aquél pretexto de daños causados a una pastelería francesa en Tacubaya
fue solo eso, un pretexto. Tiempo atrás Francia había tenido diferencias con
México debido a un tratado económico que no satisfacía a Francia en su
totalidad y valiéndose de motivos como el de la pastelería y el de un
fusilamiento a un francés en tierras mexicanas, Francia mandó su flota naval a
postrarse el puerto de la ciudad de Veracruz. Hubo cañonazos, Santa Anna estuvo
al frente de las tropas que dieron frente a esa primera intervención francesa,
allí perdió una pierna.
Bajo intermediación
de los ingleses y con difíciles negociaciones, el conflicto México – Francia terminó.
Ocho años después,
1846, llegan de visita esta vez los norteamericanos bajo el sonoro rugir del cañón,
se fueron llevándose consigo la mitad de los territorios mexicanos.
Dieciséis años más
tarde, 1862, llegan por segunda ocasión los franceses. Como ya lo habíamos
visto en los textos de días anteriores, la Guerra de Reforma de 1857 a 1860, la
guerra la perdió el país, como siempre, porque quedó bancarrota. México
suspende los pagos a las deudas a España, Francia e Inglaterra. Otra vez, los
barcos franceses estacionados en Veracruz, pero esta vez con españoles e
ingleses, la llamada Alianza Tripartita, desembarcaron las tropas en suelo
mexicano, era diciembre de 1861.
España e Inglaterra
se retiraron en febrero de 1862 bajo la firma de un tratado. Francia decide quedarse,
tenía otros planes. 5 de mayo de 1862, se da la famosa Batalla de Puebla que
nos ha dejado el legado maravillo de un día de asueto a todos lo mexicanos. ¿A
qué se debe el festejo? A que un ejército mexicano considerado como «inferior» (faltaba
más) logró derrotar a uno de los mejores y más experimentados ejércitos de la
época.
“Somos tan superiores a los mexicanos en
organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le
ruego anunciarle a Su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este
momento y al mando de nuestros 6.000 valientes soldados, ya soy dueño de
México”. Dijo el general francés Charles Ferdinand
Latrille antes de iniciar las batallas.
Ignacio Zaragoza fue
el general de los combatientes locales. La primera batalla fue en abril, murieron
500 franceses y solo 50 mexicanos. “Pelean bien los franceses, pero los
nuestros matan bien” dijo Zaragoza. En diciembre llegaron 23 mil soldados
franceses, ganaron la guerra, instauraron a Maximiliano como emperador de
México en 1863 y se quedaron a vacacionar aquí unos cuantos años.
Francia se vio
envuelta en otra guerra allá por sus tierras, la guerra franco-prusiana, así
que el emperador francés Napoleón III en 1866 ordenó que los ejércitos
franceses abandonaran México de forma paulatina. Siguieron dándose batallas aquí
y allá por el territorio mexicano intentando expulsar a los franceses.
Entre la ciudad de
Silao y León, en Guanajuato, exactamente en la llamada «Hacienda El Sauz», el
general Florencio Antillón derrotó a los franceses y recuperaron el control de
la ciudad de Guanajuato precisamente en un día como hoy, 26 de enero, pero de
1867.
No hay comentarios:
Publicar un comentario