Un relato breve, diario, sobre la historia de México o el mundo, basado en las efemérides del día.

viernes, 20 de enero de 2012

20 DE ENERO - ITURBIDE Y GUERRERO


Un día como hoy, 20 de enero, pero de 1821, el caudillo Vicente Guerrero envió una carta en respuesta a la misiva que Agustín de Iturbide le envió diez días antes, el 10 de enero.
Antes de pasar a los hechos, quiero comentar un suceso interesante. Hasta hace unos 5 años, se tenía la creencia de que esa carta con fecha de 10 de enero escrita por Agustín de Iturbide había sido la primera de las cartas de las que se tenía noticia, sin embargo, en el año 2006 un historiador llamado Jaime del Arenal Fenochio descubrió una breve carta con fecha anterior, 26 de noviembre de 1820 y que dice:
Teloloapan Noviembre 26 de 1820
Sr. Gral. D. Vicente Guerrero,
Exmo. Sr.
Recibí la atenta nota de usted de fecha 22 del presente mes y por ella veo que no está usted dispuesto a deponer las armas y sí a continuar la campaña que inició el cura Hidalgo.
Ojalá que pasando otros días, uno ú otro quede convencido de la justa causa que nos conduce a batirnos en los campos de batalla.
A vuelta de correo sabré lo que Vd. piensa sobre el particular.
Dios gue. a Vd. ms. as. Agustín de Yturbide.
Don Vicente Ramón Guerrero Saldaña fue -como decía Alvargonzález- el director técnico de los insurgentes que comenzaron a luchar con Hidalgo en 1810, en la última etapa de la guerra de independencia. El director técnico del otro bando, el realista, fue Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu.
Cuando la boca deja de cumplir con su función comunicativa, entonces comienza a hablar la sonora boca del cañón. Es este caso, la comunicación epistolar, la letra escrita, tuvo un excelente rol en el cese de la lucha de independencia. Más de 295 cartas y otros documentos fueron dirigidos entre estos dos personajes de la historia nacional.
Aquí pongo unas líneas de la carta con fecha de 10 de enero que dirige Iturbide a Guerrero, nótese la elegancia y el caballerismo, me pregunto ¿Bush habrá intercambiado cartas como estas con Sadam Hussein?
Sin andar con preámbulos que no son del caso, hablaré con la franqueza que es inseparable de mi carácter ingenuo. Soy interesado como el que mas en el bien de esta Nueva España, país en que como Vd. sabe he nacido, y debo procurar por todos medios su felicidad.
Vd. está en el caso de contribuir á ella de un modo muy particular, y es cesando las hostilidades, y sujetándose con las tropas de su cargo á las órdenes del gobierno; en el concepto de que yo dejaré á Vd. el mando de su fuerza, y aun le proporcionaré algunos auxilios para la subsistencia de ella.
Supongo que Vd. no inferirá de ninguna manera que esta carta es por otros principios, ni tiene otro móvil que el que le he manifestado; porque las pequeñas ventajas que Vd. ha logrado, de que ya tengo noticia, no pueden poner en inquietud mi espíritu, principalmente cuando tengo tropa sobrada de que disponer, y que si quisiese me vendría más de la capital; sirviendo á Vd. de prueba de esta verdad, el que una sección ha marchado ya por Tlacotepec, al mando del teniente coronel D. Francisco Antonio Berdejo, y yo con otra iré por el camino de Teloloapan dejando todos los puntos fortificados con sobrada fuerza, y dos secciones sobre D. Pedro Alquisira.
El Sr. Dios de los ejércitos me conceda este placer; y vd. entretanto disponga de mi buena voluntad, seguro de que le complacerá en cuanto sea compatible con su deber, su atento servidor que le estima y S. M. E.—Agustín de Iturbide.—Sr. D. Vicente Guerrero.     
A lo que hace exactamente 191 años Guerrero contestó:
…He aquí demostrado, brevemente, cuanto puede justificar nuestra causa, y lo que llenará de oprobio a nuestros opresores. Concluyamos con que usted equivocadamente ha sido nuestro enemigo, y que no ha perdonado medios para asegurar nuestra esclavitud; pero si entra en conferencia consigo mismo, conocerá que siendo americano, ha obrado mal, que su deber le exige lo contrario, que su honor le encamina a empresas más dignas de su reputación militar, que la patria espera de usted mejor acogida, que su estado le ha puesto en las manos fuerzas capaces de salvarla y que si nada de esto sucediera, Dios y los hombres castigarían su indolencia. Estos a quien usted reputa por enemigos, están distantes de serio, pues que se sacrifican gustosos por solicitar el bien de usted mismo; y si alguna vez manchan sus espadas en la sangre de sus hermanos, mas la ignorancia de éstos, la culpa de nuestros antepasados, y la más refinada perfidia de los hombres, nos han hecho padecer males que no debiéramos, si en nuestra educación varonil nos hubiesen inspirado el carácter nacional. Usted y todo hombre sensato, lejos de irritarse con mi rústico discurso, se gloriarían de mi resistencia y sin faltar a la racionalidad, a la sensibilidad de la justicia, no podrían redargüir a la solidez de mis argumentos, supuesto que no tienen otros principios que la salvación de la patria, por quien usted se manifiesta interesado. Si inflama a usted, ¿qué pues, hace retardar el pronunciarse por la más justa de las causas? Sepa usted distinguir y no confunda. Defienda sus verdaderos derechos y esto le labrará la corona más grande; entienda usted: yo no soy el que quiero dictar leyes ni pretendo ser tirano de mis semejantes; decídase usted por los, verdaderos intereses de la Nación, y entonces tendrá la satisfacción de verme militar a sus órdenes y conocerá un hombre desprendido de la ambición e intereses, que sólo aspira a sustraerse de la opresión y no a elevarse sobre la ruina de sus compatriotas.
Esta es mi decisión y para ello cuento con una regular fuerza disciplinada y valiente, que a su vista huyen despavoridos cuantos tratan de sojuzgarla; con la opinión general de los pueblos que están decididos a sacudir el yugo o morir, y con el testimonio de mi propia conciencia, que nada teme, cuando por delante se le presenta la justicia en su favor.
Compare usted que nada me sería más degradante como el confesarme delincuente y admitir el perdón que ofrece el Gobierno contra quien he de ser contrario hasta el último aliento de mi vida; mas no me desdeñaré de ser subalterno de usted en los términos que digo; asegurándole que no soy menos generoso y que con el mayor Placer entregaría en sus manos el bastón con que la Nación me ha condecorado.
Convencido, pues, de estas terribles verdades, ocúpese usted en beneficio del país donde ha nacido, y no espere el resultado de los Diputados que marcharon a la Península; porque ni ellos han de alcanzar la gracia que pretenden, ni nosotros tenemos necesidad de pedir por favor lo que se nos debe de justicia, por cuyo medio veremos prosperar este fértil suelo y nos eximiremos de los gravámenes que nos causa el enlace con España.
He satisfecho el contenido de la carta de usted, porque así lo exige mi crianza; y le repito que todo lo que no sea concerniente a la total independencia, lo demás lo disputaremos en el campo de batalla.
Si alguna feliz mudanza me diera el gusto que deseo, nadie me competirá la preferencia de ser su más fiel amigo y servidor, como lo protesta su atento que su mano besa.
Vicente Guerrero.
Rincón de Santo Domingo, a 20 de enero de 1821.

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